La reciente historia de las relaciones diplomáticas entre los países que integran la Unión Europea y Cuba es una muestra de marchas y contramarchas. Y vista la alianza estratégica que existe entre La Habana y Caracas desde hace veinte años y los recientes acontecimientos que han colocado en el foco central de la agenda europea el caso venezolano, es importante analizar lo que ha sido el esquema de actuación de la U.E. ante situaciones de naturaleza similar o muy parecidas.

Por Piero Trepiccione

Lo primero son los lazos comerciales que subyacen entre la Unión Europea y Cuba. En 2006 esta relación generaba unos 1.700 millones de euros a pesar de las tensiones diplomáticas arrastradas desde 2002. Y en 2016, según datos de la Comisión Europea, este intercambio sobrepasó los dos mil millones de euros, convirtiéndose el bloque europeo en el primer socio comercial de la isla (por encima de China y Rusia) tanto para sus exportaciones (29,1 por ciento de su total) como para sus importaciones (31,5 por ciento de su total).

Un dato que no debe pasar por debajo de la mesa en un contexto geopolítico donde se privilegia el comercio y la economía en general. Pero hay mucho más. Dominic Boucsein, asesor senior de Eurochambres, plataforma que representa a 20 millones de empresas y a 1.700 cámaras comerciales regionales europeas ha dicho recientemente: “Nuestros lazos son fuertes. Lo único que podemos hacer para mejorar nuestras relaciones es incrementar las inversiones y la seguridad jurídica necesaria”. Y aunque este personaje no es un funcionario de la Unión Europea como tal, refleja la posición de muchos empresarios del bloque en relación con el caso Cuba.

La Unión Europea es la mayor fuente de inversión extranjera en la isla, sobre todo en el sector turismo, infraestructura y agroindustria. En el sector turístico, España es el país europeo más emblemático, controla, según información de la Cámara de Pequeña y Mediana Industria española, un 90% de los hospedajes de 5 estrellas y un 60% de los de 4. Otro dato extremadamente relevante para analizar las posiciones de este país como pivot en la postura común europea de la última década.

En los sectores de la construcción, la agroindustria, la protección medioambiental y las energías renovables se centran las perspectivas de crecimiento de la presencia europea en la isla que no se ha detenido a pesar de las enormes tensiones que en algunos momentos se han generado a propósito de la condena europea a violaciones de derechos humanos ocurridas en la antilla mayor.

Europa en Cuba

¿Y quién representa la presencia europea en Cuba? Boucsein señala que “hay ciertos países miembros que tradicionalmente han tenido relaciones fuertes con Cuba y creo que eso no va a cambiar ni va a ser alterado por este acuerdo”, Estos serían España, Italia, Francia y Alemania.

Por lo tanto, más allá del tema de las sanciones que han hecho conciliar posiciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea con respecto al tema cubano, en los bajos fondos se mueven unas relaciones económicas que son la esencia de las decisiones en materia de política exterior en un mundo globalizado como el actual. En tal sentido, no debe extrañarnos para nada, el giro que el gobierno de Pedro Sánchez ha efectuado con respecto a Venezuela, tratando de cambiar sanciones por diálogo político.

El problema de fondo es que ese diálogo político no sería entre factores internos sino con la representación europea. Como vemos, la falta de interlocutores válidos en el seno de la oposición venezolana pudiera dar lugar a diálogos donde los protagonistas sean otros sobre la base de intereses que no pudieran estar alineados precisamente con los de la población venezolana. Hay que estar atentos a ello y generar conciencia colectiva de lo que está en juego. Es nuestra responsabilidad.