Las dudas en relación a diversos temas entrelazados sobre las cuales debe pensar actualmente Nicolás Maduro son variadas y complejas. Se han ido acumulando a partir de situaciones generadas por él mismo o por actores nacionales e internacionales. La primera de ellas tiene que ver con la asamblea nacional constituyente. ¿Hasta cuándo durará en funciones? ¿qué otras acciones se tomarán desde ella para favorecer al presidente y al país? ¿Se someterá a votación el proyecto de nueva constitución? ¿Se hará sectorizada o universal tal como recomienda Escarrá?
Por Piero Trepiccione
En materia económica ¿terminará de liberar el control de cambio? ¿levantará el control de precios? ¿refinanciará la deuda pública venezolana? ¿abrirá contactos oficiales con el FMI? ¿abrirá la economía al mundo para mejorar productividad? ¿qué hará con los precios de la gasolina en el mercado interno? En lo político estrictamente, ¿seguirá impulsando una nueva negociación con la oposición y la comunidad internacional? ¿se juramentará en enero haciendo caso omiso de la mirada internacional y local? ¿cómo va a manejar el archipiélago de tendencias internas del chavismo? ¿hará cambios sustanciales en su discurso-narrativa o seguirá apegado al dogmatismo? Como vemos, son muchas y complejizadas al infinito por el momento-cumbre actual del país.
Maduro ha sido un presidente que ha mantenido en esencia el legado de Chávez. Muy pocos cambios se han generado a partir de su llegada al poder en abril de 2013. Su relación con Cuba, Rusia, China y los países alineados con sistemas de control político muy centralizado, que de alguna manera hacen contrapeso geopolítico internacional a los Estados Unidos, se mantiene hasta ahora muy firme. No obstante, el deterioro de las finanzas públicas por el creciente déficit estatal y las condiciones de vida de los venezolanos cada día más paupérrimas, hacen que su margen de maniobra ideológico se achique.
Y en medio de tantas vicisitudes y con un nivel de gobernabilidad implosionado por factores de poder interno compuestos por alas civiles y militares y por requerimientos de sus aliados internacionales, Maduro tendrá que dilucidar sus dudas más temprano que tarde. El tiempo no parece favorecerle. Debe decidir si mantiene o no el apoyo a Cuba en términos de envío de crudo, algo que a Pdvsa le está costando cumplir sin afectar otras áreas estratégicas de negociación de la industria.
Debe decidir los términos de la relación comercial con China, especialmente en el área petrolera porque tal y como están planteados luce imposible cumplirlos. Inclusive, con Rusia también existen incumplimientos que deben renegociarse en los próximos meses y no existe claridad al respecto. También el tema del control cambiario y su relación con el mundo militar debe sufrir cambios, pero ante los intereses creados es difícil avanzar en esa dimensión.
Las dudas de Maduro
Ante ello, Maduro está frente a varias papas calientes. Tiene que tomar decisiones importantes o claudicar en el intento. No puede aferrarse a esquemas ideológicos que han potenciado la emisión de dinero inorgánico hasta el infinito generando una hiperinflación criminal que está socavando día a día las condiciones de vida de todos los venezolanos incluyendo a sus partidarios. Los chinos se lo han reiterado varias veces, los rusos también. Solo los cubanos lo alientan a seguir firme en su ruta.
Esta también debe ser una decisión. ¿Tendrá tiempo, discernimiento y voluntad para “madurar” estas decisiones? ¿a quién o quienes atenderá en sus recomendaciones? El tiempo se hace muy pequeño y asfixia. Venezuela hoy es una olla en fase de pre-ebullición porque el sistema no responde o lo hace muy lentamente. Y Maduro tiene en sus manos el despeje de todas estas dudas…
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