Hacer consultas populares, la fórmula refrendaria, incorporar temas que generen polémicas, crear debate para culminar en más poder para quien convoca y en limitaciones democráticas. Ese fue el método que luego de Chávez imitaron en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Ahora le tocó el turno a Cuba.

Por Rodolfo Rico | Venecuba

Los caramelos de la constitución cubana

El método Chávez requiere de “caramelos políticos”, en Venezuela fue la democracia participativa, en Bolivia la llegada de los indígenas al poder, en Ecuador un discurso reivindicador de lo nacional popular. Se trata de temas que se resaltan mientras por otro lado se recorta la pluralidad, se fortalece el presidencialismo, se polariza a la sociedad y se convierte en enemigo a un sector del país contra otro.

En el caso cubano fueron el matrimonio igualitario, la eliminación de la palabra comunismo como fin último de la nación, la propiedad privada, la apertura a la inversión extranjera y los periodos presidenciales de 5 años.

Con respecto al matrimonio igualitario no quedó explícitamente definido en la Constitución, pero al menos no define que un matrimonio sea entre un hombre y una mujer, sino que “La ley determina la forma en que se constituye y sus efectos”. Habrá que ver qué dirá finalmente la ley, para saber si hubo trampa. Y con respecto al comunismo como fin, justo en la última revisión de la propuesta constitucional antes de su votación refrendaria fue reincorporado. La inversión extranjera y la propiedad privada que seguramente servirán para mantener al partido comunista en el poder sí que se quedaron en el articulado constitucional.

Un cuento chino

Sin el tamaño de su mercado (Cuba apenas exporta 1,41 billones de dólares), sin una mano de obra extensa (su población apenas supera los 11 millones)  y super barata, ni multinacionales peleándose por estar allí,  los cubanos pretenden seguir el camino chino, un camino de crecimiento continuado que sacó a millones de la pobreza en el país asiático y creó una consumista clase media. Y por supuesto, mantuvo a los herederos de Mao Tse tung en el poder.

La lógica detrás de todo esto y por la que el gobierno de Barack Obama la apoyaba es que una economía abierta abre el apetito social por una sociedad igualmente abierta. Y claro, la administración estadounidense anterior también daba cuenta de décadas de políticas coercitivas que no habían funcionado. Los Castro seguían allí.  Pero con la administración Trump en el poder la estrategia cambió, los halcones de las relaciones internacionales regresaron al poder, la necesidad de una épica de cowboy de guerra fría y complacer a los más radicales, pero más fieles, electores de la Florida se impusieron de nuevo. La política de la asfixia mecánica regresó a la casa de Lincoln.

Cuba y Venezuela de un pájaro las dos alas

Y como buenas alas, cada una apunta hacia una dirección distinta. Los dos países estuvieron inmersos en procesos constituyentes, que es también, por cierto, otra de las patas del método Chávez. En el caso cubano, luego de consultas nacionales y a los cubanos en misiones en el exterior, ocurrió un ajuste final de la propuesta en la Asamblea del poder popular que condujo finalmente a lo que los cubanos votaron en todo el mundo, incluyendo los 22 mil que se encuentran en Venezuela. La oposición cubana también se debatió deshojando la margarita entre participar o no participar.

En todo caso, en Venezuela no fue sino hasta el 13 de septiembre de 2018 cuando el país conoció un primer borrador de la propuesta de Constitución que lideriza Herman Escarrá como responsable de la Comisión Constitucional. La ANC, en principio, debería tener sólo una duración de 2 años, pero su actual presidente, Diosdado Cabello, ha advertido que podría durar más, por lo visto no hay mucha prisa por la nueva Constitución, aunque sus poderes plenipotenciarios han sido utilizados reiteradamente contra la oposición venezolana que decidió no participar en esta Asamblea Constituyente.

De constituciones y constituyentes

Son 411 los artículos que tiene la propuesta constitucional venezolana y que, evidentemente, no se caracteriza por su síntesis. Por su parte, 229 los artículos de la constitución ya refrendada por los cubanos.

La nueva constitución cubana surge a partir de las decisiones plasmadas del V Congreso del Partido Comunista Cubano. La propuesta venezolana parece irse elaborando también al calor de la coyuntura política y es que el surgimiento de esta ANC fue útil políticamente, al teóricamente sobreponerse a cualquier otro poder y, de esa manera, es una espada de Damocles sobre decisiones que puedan resultar incómodas de cualquier otro poder, especialmente de una Asamblea Nacional de mayoría opositora.

Lo popular parece ser una obsesión de las dos constituciones. En la propuesta venezolana, la expresión popular se repite hasta 452 veces, en tanto que en la nueva constitución cubana ocurre lo mismo en 176 oportunidades.  Pero cuando se mira la letra chica de la constitución se puede leer que autoriza el uso de gases lacrimógenos en contra de la población y considera a la protesta social como traición a la patria: “El venezolano o venezolana que ejerza acciones dirigidas a perturbar el normal funcionamiento de la circulación vehicular y peatonal”, la tranca de calles es sobradamente la principal forma de protesta en Venezuela, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. En el caso cubano la elección presidencial, como en otros países del mundo, es de segundo grado.

La constitución cubana menciona la propiedad privada, la propuesta constitucional venezolana, no lo hace en esos términos. Se refiere a propiedad particular, evitando usar el término privado a lo largo del texto. Nunca explica la diferencia pero no sería de extrañar que su interpretación por parte de la Sala Constitucional le dé un sentido diferente al de privado.

“Lo popular” sirve en ambos casos para afianzar la retórica que se queda sobre todo en lo nominal burocrático, pero que les sirve a ambos países para venderse desde la propaganda como diferentes y alternativos, mientras hacen cambios para afianzarse en el poder. En el caso cubano, hacia un camino trazado de apertura económica e inversiones  (Pero con control del Partido Comunista) y en el caso venezolano, con crecientes restricciones de libertades, que se apoya en una victimización antiimperialista. Y, por supuesto, pretende también afianzarse en el poder al costo que sea.

Otra clave del método Chávez es la gestión del conflicto. La democracia liberal siempre está a la búsqueda de consensos. Según cierta izquierda posmarxista (inspirada por Chantal Mouffe y Ernesto Laclau) el consenso es legitimador del status quo por lo que una política rupturista debe romper con este. Pero resulta que la gestión de conflicto es también una manera de gestionar el poder, especialmente cuando se generan conflictos para poder avanzar en la agenda política. Y en eso ha sido experto el chavismo. La dictadura castrista ha sido más tradicional en la apelación permanente al enemigo externo como fuente de todos los males. El aprendizaje de cómo mantenerse en el poder ha sido bidireccional.

Entrevista realizada por Martí TV al periodista venezolano Orlando Avendaño, autor de Días de Sumisión