Por Rodolfo Rico | Venecuba

El profesor Luis Bravo Jáuregui dirige Memoria Educativa Venezolana, la línea de investigación de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela que ha constituido una voluminosa base de datos que sirve de referencia a todos los interesados en la educación en Venezuela. Nos recibe en su oficina de la universidad. Las imágenes en la pared de su oficina describen, seguramente, su propia trayectoria personal: la Comuna de París, el ché, Marx, Gorbachov. Dice estar vivo gracias a la pacificación de Rafael Caldera, perteneció al Movimiento al Socialismo y, según sus palabras, junto a dos profesores más de esa escuela fue artífice del programa educativo del primer gobierno de Chávez. Era de continuidad e institucional, explica. No duró mucho. Consultoría, industria cultural o pretensiones de magia son los elementos del negocio de la pedagogía que describe Bravo Jáuregui en  esta entrevista sobre la influencia cubana en la educación.

-¿Cuál ha sido la influencia de los cubanos en la pedagogía venezolana?

-Evidentemente en Venezuela, en el mundo de la educación, ha jugado un papel muy importante la industria cultural pedagógica cubana. Unas veces más, unas menos. Pero siempre ha gravitado. Y su máxima expresión es el papel que jugó esa industria cultural en el proceso de las misiones, particularmente la Misión Robinson I,  cuya expresión más grande fue el anuncio al mundo de que el país había erradicado el analfabetismo en 2005, con la anuencia y el aval de Unesco y la creatividad de una señora que en Cuba tiene una empresa para la educación. Aunque tengo una referencia que dice que el verdadero creador del Método “Yo sí puedo”, es Fidel Castro.

-¿Había experiencia de educación de adultos en Venezuela?

-Sí, claro. Desde el siglo XIX. Acá ha habido experiencias en educación y erradicación del analfabetismo. Terminó apareciendo formalmente en el trienio de Acción Democrática, con Félix Adams, con el método Abajo Cadenas.

¿Qué es la cubanización entonces?

-Esa llamada cubanización no es otra cosa que un movimiento comercial. Hay varios actores. La Unesco, Cuba y Venezuela. Y dos personalidades: Chávez y Freddy Bernal. Y, por supuesto, esa empresa cubana de pedagogía. La industria cultural cubana es una empresa, donde está la Trova Cubana o el ICAIC que la dirigen tipos muy importantes, pero que al final le sirven a Cuba para lograr divisas.

¿Por qué es exitoso ese accionar de consultoría? Porque le resuelve a Venezuela y particularmente a Chávez la proyección hacia América Latina. La personalidad de Chávez tenía unos límites y ese límite era lo militar. ¿Cómo se mueve la industria cultural en América Latina? ¿En Estados Unidos? ¿Cómo se mueve el anticapitalismo? Se mueve por la izquierda. La que sostiene y admira a Fidel y al Ché Guevara. Cuba le ofrece guevarismo a Chávez.

– ¿La lógica del Yo sí puedo es la de la guerra de guerrillas?

-No, es la lógica de la magia. Es el pensamiento mágico religioso. El guevarismo es guaguancó, una mezcla de poses, de chivas, de mil cosas, no se puede reducir a un solo elemento.

-¿Le da a Chávez una especie de épica civil?

-Le da una épica civil que no tenía personalmente. Pero más allá de eso, el problema para los cubanos es en términos comerciales. Ellos ofrecen un producto que circula, es como vaselina para que entren otros. Los rusos, los chinos de alguna manera también y, por supuesto, todo lo cubano. En el sector educación los cubanos tienen algo muy importante que ha calado en América Latina, sobre todo en México y Venezuela, que son los congresos de pedagogía, donde el clímax era darle la mano a Fidel Castro. Porque esos congresos anteriores a Chávez, no lo pagaban los educadores, sino los sindicatos, los gobiernos, todo el mundo iba. Acá en la UCV todo el mundo metió su proyecto, su propuesta y le pagaban el congreso. 

Aquí hay evidencia de que efectivamente en materia educativa en las misiones, desde muy temprano, hay influencia cubana. Un venezolano como Luis Antonio Bigott fue varias veces vicepresidente del congreso de pedagogía junto con Fidel. 

Hubo desde el principio de la Misión Robinson, una lógica, unos modos de entrenamiento, en Cuba incluso, de la industria cultural cubana. Yo creo que la nómina fue gigantesca.

-Según su investigación, en el censo siguiente al de la Misión Robinson no mejoraba el índice de analfabetismo

Cuando sale el Censo de 2011 me consigo que la Misión Robinson fue básicamente un acto de gasto. La diferencia de analfabetos con otros momentos se mantiene. Como se mantienen en paralelo a la Misión Robinson los otros programas de gobierno de alfabetización como el del INCE, el Simón Rodríguez, que dirigió la profesora Maryann Hanson.

El impacto real de las misiones fue político para ganar elecciones.  Para conectar a Chávez con el pueblo. Chávez desvenezolanizó el socialismo. El socialismo funcionó más como religión. Y la lucha contra el analfabetismo se inventó su idea de milagro: anunciaron 1 millón y medio de alfabetizados en 5 meses.  Un imposible. Se inaugura una tendencia asociada a la historia de la educación en Venezuela como es la construcción (e imposición propagandística) de la idea de milagro educativo por intermedio de la repetición insistente por los medios de comunicación. Nadie en el mundo puede haber logrado alfabetizar 1.202.025 personas en un lapso tan corto. Cosa digna de record Guinness, sin embargo, se impone una matriz que cala muy hondo en la conciencia del venezolano medio.

La idea de milagro es un componente central de las acciones del gobierno para ganar elecciones. Es el propio Presidente Chávez, seguido por sus ministros de educación, quien impone la pretensión de hacer de la Misión Robinson su mejor arma para no ser revocado por intermedio del referendo solicitado por la disidencia política y social. Para ello utiliza el lenguaje pedagógico al mejor estilo de lo que se ha llamado religión política. Así el Presidente se conecta electoralmente con la conciencia de la población más numerosa y pobre, utilizando los supuestos logros de la Misión Robinson para demostrar que él es capaz de hacer milagros en términos de inclusión social y empoderamiento de los sectores excluidos.

¿Y de dónde sale el mito de la educación cubana?

La educación cubana es simple. Una escuela limpia, en un salón limpio, con unos profesores que cumplen todo su horario, y que imparten su conocimiento, que tienen supervisores que se encargan de que cumplan o si no tienen sus consecuencias. Funciona. Pero no tiene nada de novedoso.

Ni de revolucionario. Sonriente a pesar de las circunstancias del país, Bravo Jáuregui reconoce lo marxista de su método de análisis. Pero es el que a él le sirve para mostrar el truco y develar la magia detrás de un éxito educativo que no existió.