Por Rodolfo A. Rico/Venecuba
Hamilton Mourou, vicepresidente de Brasil, afirma que la solución a la crisis venezolana pasa por que un país se haga cargo de la relación petrolera de Venezuela con Cuba. ¿Pero qué implicaciones tiene esa relación? En qué se estaría metiendo ese país. Éste es un recuento de esa relación petrolera.
El 30 de octubre del año 2000 es de nuevo la fecha que se repite y que transformó la relación entre Cuba y Venezuela. Es la fecha de la firma del Convenio Integral de Cooperación Cuba – Venezuela. Y por supuesto, la que define la relación petrolera que empieza por 53 mil barriles diarios de petróleo, pasa después a 83 mil, 93 mil barriles y que en su cénit, según algunas fuentes, alcanzó los 105 mil barriles de petróleo a cambio de servicios. Servicios que eran pagados de manera discrecional y sobrevalorada. El Estado cubano recibía por cada médico 27 veces lo que ganaba en promedio uno venezolano, según afirma el catedrático Carmelo Mesa Lago.
La historia de la economía cubana, es la de la dependencia. Del Reino de España, de los Estados Unidos, de la Unión Soviética, de Venezuela. Siempre ha habido un país del que ha recibido cuantiosos subsidios. Pero, hay que decirlo, en el momento actual se encuentra menos frágil y más diversificada a la economía cubana que los años 90.
Según cálculos del economista y diputado José Guerra, los convenios de Petrocaribe y Cuba le habrían costado al país al menos 10 mil millones de dólares desde 2007, debido a que el dinero no ingresa al país en el momento en que se hacen las ventas y por lo elástico de las condiciones de pago.
Los sobreprecios en servicios profesionales de Cuba les sirven para tener la posibilidad de vender petróleo y convertirse, de ésta manera, en exportador de petróleo y derivados.
Cienfuegos: de refinería soviética al siglo XXI
Venezuela se asoció con Cuba para modernizar la refinería cubana Camilo Cienfuegos, una refinería que estaba inactiva desde los tiempos de la Unión Soviética. Se empezó a construir en los 80, arrancó a funcionar de manera intermitente desde 1991 hasta 1995, cuando el gobierno cubano decide cerrarla y, según cuenta el diario Granma, iniciar un proceso de conservación. La falta de suministro soviético la había dejado sin su razón de ser. Es una de las cuatro refinerías que existen en Cuba. Pero en 2005, la poderosa PDVSA de entonces, junto con la estatal cubana CUPET, iniciarían inspecciones técnicas de cara a su renovación y reactivación. Según el mismo diario Granma, una primera parte de esa reapertura tendría un costo de 83 millones de dólares. En 2006 se crearía la empresa mixta que operaría la refinería, con 49 % de las acciones para PDVSA y el resto para CUPET. La modernización, por lo que se describe, sería muy importante: “Se instalarán los equipos y medios necesarios para la imprescindible destilación atmosférica, la reformación catalítica (transformación química motivada por sustancias que no se alteran en el curso de la reacción) y el fraccionamiento de gases; y montarán la sección de hornos y calderas, la sala de compresores de gases y las plantas de servicios industriales, las que incluyen las subestaciones eléctricas”.
Entre lo más notable del proyecto está el “cambio de los controles automáticos a electrónicos y el diseño, montaje y puesta en marcha de una unidad de tratamiento para el turbo combustible, sobre la base del alto valor agregado que tiene ese producto en el mercado internacional”. En 2006 se crearía Cuvenpetrol. En 2007 se inauguraría la refinería, en el marco de una cumbre de PetroCaribe y, en 2017, Cuba, alegando falta de pago por servicios prestados, tomaría las acciones de PDVSA, siendo en la actualidad totalmente de propiedad cubana. La refinería servía para refinar crudo para la venta y generar productos para el mercado venezolano. Y, por supuesto, toda la inversión sirvió también para recuperarla.
Pero Cuvenpetrol, la empresa mixta que se creó con Cuba para operar la refinería Cienfuegos, es sólo una de un total de cuatro empresas en las que participaba PDVSA Cuba, la filial de PDVSA Caribe, la filial de PDVSA que agrupa los intereses en la región.
Transportes del ALBA inc (también conocida como Transalba), registrada en Las Bahamas, un conocido paraíso fiscal, tiene sede en la playa de Miramar, en Cuba, y es participada a 50 % por PDVSA CUBA y 50 % por Internacional Marítima SA, esta última una empresa cubana. La empresa naviera aspiraba a materializar los acuerdos de cooperación energética de Petrocaribe, según se puede leer en la web de PDVSA.
Otra empresa es Trocana World inc, participada también a 50 % por PDVSA Cuba y una empresa de nombre Wagooner International Limited, que se supone es propiedad del gobierno cubano, aunque en realidad no hay mucha información sobre ella. La empresa conjunta fue, en todo caso, creada en Panamá en 2007. Esta empresa opera el buque tanque Petión, que con distintos nombres está en operación desde 2004.
El sector petrolero químico también tiene su empresa mixta y se llama Cuvenpeq con 14 % de participación de PDVSA Cuba, 51 % de Cupet y 35 % de Pequiven. En 2008, una nota de la agencia EFE refería que esta empresa también vinculada al polo de la refinería Camilo Cienfuegos sería la responsable de construir 14 mil casas de PVC, lo que en Venezuela se conoció en su momento como Petrocasas. Esta empresa dio pie al inicio del desarrollo Petroquímico de Cuba, según la entonces (2009) ministra cubana de Industrias Básicas, Yadira García. Para 2013-2014 se esperaba tener lista una planta de urea, otra de amoníaco y, posterior a esas fechas, una de polietileno de alta densidad, según se puede leer en la extinta Agencia Bolivariana de Noticias, citada por Aporrea.
PDVSA también tiene intereses de exploración en las aguas de la zona económica exclusiva del Golfo de México vinculadas a Cuba. De hecho, solo PDVSA y la empresa estatal angoleña tienen contratos asignados en la zona. Desde el año 2010, PDVSA anunció un proceso de exploración en Cuba. El petróleo cubano es en general del tipo pesado por lo que requiere ser mejorado para ser usado como combustible, la mejora quiere decir mezclado con otros de menor densidad.
Las inversiones de la petrolera cubana en Venezuela
Y, por supuesto, Cupet también tiene intereses en Venezuela, donde tiene empresas mixtas con PDVSA. Vencupet, fundada en 2010, en la que la petrolera cubana tiene 40 % y Venezuela 60 %, trabaja en la división Ayacucho de la Faja Petrolífera del Orinoco.
Y hay otra empresa conjunta, en la que participan PDVSA y la empresa estatal angoleña, las empresas cubana y africana tienen 20 por ciento de participación cada una y, el resto, pertenece a la estatal venezolana. Opera al sur del Estado Anzoátegui, también en la Faja Petrolífera del Orinoco.
Recuven es la tercera empresa cubano venezolana. Una empresa de reciclaje de chatarra que funciona con equipos chinos y que opera en la Faja Petrolifera del Orinoco. La chatarra recuperada se informaba en 2012 en PDVSA, luego era enviada a SIDOR para ser convertida en acero.
Un negocio redondo: mientras duró
En su mejor momento, en 2012, Venezuela llegó a exportar 105 mil barriles de petróleo diarios a Cuba. Con Venezuela cubriendo flete y seguro y en condiciones que al inicio de la relación eran de 50 % dentro de los primeros 90 días y 50 % restante a 25 años con un interés de 1 %, según el investigador Carlos A. Romero. En 2017, la cantidad bajó hasta 55 mil barriles diarios y se estima que en marzo de 2019 alcanzaba los 47 mil. PDVSA además compró 400 millones de dólares en petróleo ruso que entregó a Cuba entre enero de 2017 y mayo de 2018, según informó Reuters, todo en medio de la crisis humanitaria compleja que vive Venezuela.
Como sucedía con la URSS, Cuba importaba más petróleo del que necesitaba para vender el remanente en el mercado internacional. En el caso venezolano, el petróleo proveniente de PDVSA se refinaba en Cienfuegos, parte de lo refinado era para su consumo en Venezuela y el resto lo vendía Cuba en el mercado internacional. Pero al bajar la importación de petróleo se redujeron consecuentemente los ingresos generados por esa exportación. Además, en simultáneo, la producción petrolera cubana comenzó a declinar de una cima de 3025 toneladas métricas en 2010 a 2449 en 2017, según cifras de la oficina de estadísticas cubana (ONEI 2013 y 2018) citadas por Mesa Lago y Vidal. Lo que, por supuesto, ha generado un programa de austeridad, recortes, reducción de importaciones e impagos para la isla por el orden de 1500 millones de dólares.
En su mejor momento, 44 % del intercambio comercial cubano se realizaba con Venezuela, para 2017 la cifra ya había bajado a 17 %. Siendo alto, no alcanza el 72 % que Cuba llegó a tener con la extinta Unión Soviética. Además, encuentra a Cuba con una economía más diversificada, con un sector privado que antes no existía, con una recepción de remesas que tampoco tenía y que significa el segundo ingreso de Cuba en términos de divisas y, por supuesto, los aportes de un sector turístico que antes era exiguo y que hoy en día se presenta bastante consolidado y es la tercera fuente de ingresos para la isla.
Sin duda, el fin de la dictadura de Nicolás Maduro significaría, según Mesa Lago y Vidal, una caída significativa de la venta de servicios profesionales, la suspensión de suministro de petróleo en condiciones favorables y una interrupción generalizada de los pagos internacionales en el corto plazo, con el consiguiente recorte de importaciones, paralización de parte de la industria y la producción agrícola que depende de insumos importados. También para la isla sería el regreso de algo que ya se empieza a ver: apagones, desabastecimiento y problemas en el transporte.
El negocio petrolero entre Cuba y Venezuela parece ser más complejo que solamente el cambio de un proveedor que parece sugerir el vicepresidente brasileño Hamilton Mourou. Lo que sí es seguro, es que parece una relación insostenible en los mismos términos actuales.
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