Por Rodolfo A. Rico

Junto con la alfabetización y la educación de la Misión Robinson, la Misión Barrio Adentro ha sido uno de los símbolos de la autodenominada Revolución Bolivariana. Un símbolo de una atención en salud diferente más cercana a la gente en los barrios del país. También parte de una estrategia para crear una nueva y paralela institucionalidad. O eso nos decían. 

Malos indicios

Para 2008 PROVEA ya alertaba que había numerosos módulos de Barrio Adentro cerrados, y que ya la cantidad de médicos cubanos en Venezuela era mucho menor.

Pero no fue ese el primer cuestionamiento que se tuvo de Barrio Adentro. Los expertos en salud cuestionaron reiteradamente que era una red de salud aislada, que no estaba integrado al resto del sistema.

Barrio Adentro ha sido relanzado varias veces, tanto cuando Chávez estaba vivo, como con Nicolás Maduro. Lo cual, más allá de la obvia afectación por los vaivenes petroleros, es indicador de la falta de una verdadera política de salud.

Un sistema como el que se presume que es Barrio Adentro debería permitir anticipar las problemáticas de salud del país, pero bien sea por razones ideológicas o por autoengaño, el gobierno siempre parece estar un paso atrás en la situación de salud de la nación. De hecho, ¿cómo es posible que no previera la actual crisis del sistema de salud y no tomara decisiones al respecto?

Con mucha menos información de la que dispone un gobierno, organizaciones no gubernamentales alertaron una y otra vez la situación: la disminución en el consumo de alimentos, los abandonos de los módulos de Barrio Adentro, la escasez de medicinas, la falta de incentivos para la permanencia del personal médico y sanitario, el impacto de la falta de publicación del Boletín epidemiológico, la disminución en el número de camas, la falta de reactivos. La lista podría continuar.

Sobre todo, un negocio

Lo que sí está claro es que Barrio Adentro resultó en un importante negocio para la dictadura cubana, como lo demostramos en un reportaje en 2019. Para los módulos y los centros de diagnóstico y rehabilitación se importó todo: mobiliario, insumos, medicinas. Siempre en contra de importadores o productores venezolanos.

Según indicadores de salud del anuario estadístico de 2009, último que publicó el ministerio del ramo que analizaba la situación de la salud en Venezuela, había 7 mil 814 centros de salud de Barrio Adentro distribuidos en 6 mil 708 consultorios populares, 499 Centro de Diagnóstico Integral, 545 Salas de Rehabilitación Integral, 21 Centros de Alta Tecnología, y 41 Clínica Populares. En 2017 un reporte de Transparencia Venezuela recoge una declaración de Nicolás Maduro diciendo que hay “11 mil 479 consultorios populares”, en el camino las denuncias de numerosos centros sin funcionamiento, sin médicos, atención en horario incompleto o que se les pide a los pacientes que paguen sus insumos.

La inversión en Barrio Adentro ha sido superior a la del resto del sistema público de salud, según calcula Transparencia Venezuela a partir de las Memoria y cuenta de PDVSA y del propio ministerio.

Del anecdotario a la realidad

Todos pueden tener anécdotas buenas o malas con la atención de Barrio Adentro. No hay duda que haber tenido un especialista en salud más cerca fue (mientras duró) un avance para la mayoría de las personas. Pero una política pública no se mide por una colección de anécdotas, sino por indicadores.

Cabe preguntarse entonces si Barrio Adentro no ha sido un fraude. Fue, sí, en pasado, una red de salud que fue concebida para la atención primaria, que luego añadió atención especializada compitiendo con lo que deberían hacer los hospitales públicos. Fue una red que no dependía directamente ni le reportaba al ministerio del ramo y que basó su atención fundamentalmente en extranjeros para su funcionamiento.

Por un lado, reporta números millonarios de atención, pero por otro lado se ha mostrado incapaz de servir para generar políticas públicas de salud que atajen los problemas que con Barrio Adentro presente no han hecho sino incrementarse: embarazo precoz, mortalidad infantil (que luego de una baja asociada a la bonanza petrolera aumentó), mortalidad materna, enfermedades que han reaparecido como la difteria y el sarampión.

En todos estos sentidos Barrio Adentro ha resultado un fracaso, si se le añade el componente de que ha sido más negocio para otro país que para Venezuela, también resulta un fraude; y si finalmente se suman ambas cosas, podemos decir que Barrio Adentro, en buena medida, ha hecho como los magos: nada por aquí nada por allá. Una estafa.