Rodolfo A. Rico
¿Cuáles son los sentimientos que mueven a un revolucionario?, son sentimientos de amor, dijo el Che Guevara. Lo que la historia se ocupó de aclarar es que eran sentimientos, machistas, homofóbicos y hetero patriarcales.
La historia de la comunidad LGBTI en la Cuba revolucionaria es una historia de persecución. Sobre todo, en sus primeros 30 años. Y es que seguramente la imagen de parte de la comunidad chocaba con la virilidad de barbudos, montados en rústicos, armados con fusiles y un habano en la boca.
Memorias del subdesarrollo homofóbico
Para 1962, con Fidel Castro ya instalado en el poder se hacían redadas para capturar “prostitutas, proxenetas y pájaros”, y por lo visto allí se incluía a quienes no practicaban una sexualidad heteronormativa.
Entre el 63 y el 65 se expulsaron de la Universidad de La Habana a estudiantes en juicios públicos por considerarlos “elementos desviados del proceso revolucionario” y, si bien esto podría entenderse de alguna manera en el contexto de la Guerra Fría, y luego de la invasión de Bahía de Cochinos en 1962, se consideraba la conducta sexual como explícitamente contrarrevolucionaria.
Como se explicaba en la revista Alma Mater de la Federación de Estudiantes, ante las críticas: «No son los elementos desafectos a la revolución, ni los homosexuales, capaces de cumplir esta tarea y, por tanto, no debe invertirse en ellos el producto del sudor de nuestro pueblo para darles herramientas y armas que puedan volver contra la sociedad».
Entre 1965 y 1968 la situación no haría sino empeorar al crear las Unidades Militares para Ayuda a la Producción. Este pomposo nombre escondía centros de trabajo forzado para la agricultura cubana y allí iban a parar quienes por razones religiosas no querían prestar servicio militar, los que eran rechazados por las Fuerzas Armadas, disidentes políticos y, por supuesto, homosexuales.
Al menos 25 mil jóvenes fueron capturados, llevados hasta estadios y desde allí en autobuses hasta la provincia de Camagüey, donde trabajaban en el campo desde antes que saliera el sol hasta que se ponía y vivían en campamentos con cercas eléctricas con púas que evidentemente no les permitían salir. La intención era además ideológica, se pretendía volver a todos comunistas.
Esto no era asunto que se ocultara. En 1966 Raúl Castro declaraba en abril: «primer grupo de compañeros que han ido a formar parte de las UMAP se incluyeron algunos jóvenes que no habían tenido la mejor conducta ante la vida, jóvenes que por la mala formación e influencia del medio habían tomado una senda equivocada ante la sociedad y han sido incorporados con el fin de ayudarlos para que puedan encontrar un camino acertado que les permita incorporarse a la sociedad plenamente».
La experiencia culminó debido a las presiones de la reconocida Unión de Escritores y Artistas de Cuba, personalidades nacionales, y sobre todo internacionales, que se pronunciaron en contra.
Pero que la experiencia de campos de concentración al estilo caribeño terminara, no quiere decir que con ella se acabara la homofobia.
Ese mismo año, Fidel Castro, desde un púlpito en la Plaza de la Revolución, en el eterno contrapicado en que fue filmado, con sombrero campesino y mientras se tocaba la barba, decía: «En nuestra capital, en los últimos meses, le dio por presentarse un cierto fenómeno extraño, entre grupos de jovenzuelos, y algunos no tan jovenzuelos (…) que les dio por comenzar a hacer pública ostentación de sus desvergüenzas. Así, por ejemplo, les dio por comenzar a vivir de una manera extravagante, reunirse en determinadas calles de la ciudad, en la zona de la Rampa, frente al hotel Capri…», lo que serviría de aval, según apunta el mapa de la homofobia cubano, para las redadas contra “hippies, melenudos y homosexuales”. Era el año 1968, la playa estaba bajo los adoquines de París, pero no en el malecón de La Habana. La primavera de Praga creía posible un nuevo socialismo. Fidel Castro lo aplastaba antes que los tanques entraran en la capital checa. No sería la primera vez.
En 1971, en un Congreso de Educación y Cultura resuelven que el sector debe estar libre de homosexulidad. Y empiezan los despidos masivos de quienes trabajen para el Estado cubano, en un país socialista donde el único empleador era el Estado. Cuenta Guillermo Cabrera Infante en Mea Cuba que cuando se hizo el anuncio, el ballet de Alicia Alonso estaba de gira en Checoslovaquia y los bailarines se fueron en desbandada a París. Con todo, otras fuentes afirman que las únicas instituciones protegidas de tal arbitrariedad fueron La Casa de las Américas, el ICAIC y el Ballet Nacional de Cuba. Es decir, las que estaban en manos de la santísima trinidad de la cultura cubana: Haydée Santamaría, Alfredo Guevara y Alicia Alonso.
En 1973, una ley criminaliza la ostentación pública de la homosexualidad con prisión de hasta nueve años y en 1974, la Ley 1267, complementaría lo que apenas había sido una resolución de un congreso. Esa ley de “justicia laboral” caracteriza como una infracción grave el “homosexualismo ostensible” y lo penaliza con distintas formas de separación del cargo. Se podía ser gay, pero sin salir del closet.
En 1975 la comunidad homosexual cubana por fin le gana una a la revolución, cuando el Tribunal Supremo de ese país invalida la resolución número 3 del Consejo de la Cultura. Esa que execraba a los homosexuales del sector y les regresa su trabajo.
Pero para 1979 la persecución continuaba a través de la criminalización de las “conductas homosexuales” en el Código Penal y, en especial, la figura delictiva del “escándalo público”. Y en eso, un grupo de civiles cubanos asaltó la Embajada de Perú en busca de asilo, país con el que el gobierno de Fidel Castro mantenía una fuerte tensión. Castro, en un primer momento exigió a la embajada que devolviera a los cubanos, la embajada se negó.
Era 1980, Fidel Castro decidió entonces anunciar que quien quisiera irse a la embajada peruana podría hacerlo. Más de 10 mil personas se acercaron al lugar. Y molestó Fidel, anunció que quien quisiera podía irse por el puerto de Mariel. Más de 125 mil personas salieron hasta Florida en un periodo de 6 meses, no sin antes recibir su dosis de campaña de odio, con la promoción de actos de repudio calificando a los que se iban «indeseables, apátridas y lumpen», y por supuesto de homosexuales, quienes sin embargo tenían vía libre para irse del país, si informaban su condición. No vaya a ser que contagiaran su condición al macho revolucionario.
Entre los que salieron con lo puesto encima estaba el escritor cubano Reinaldo Arenas.
Los ochenta arrancan con la pandemia del VIH, que para entonces era considerado en todo el mundo como el “cáncer gay”. Y en 1986 se crea en Cuba el primer citatorio, en las afueras de La Habana, un centro de reclusión obligatoria para los enfermos con VIH.
En los ochenta, en Santa Clara, en el centro de la isla, fundarían El Menjunje, un bar, centro cultural, autónomo, extrañamente autónomo para la época, que le abrió espacio a personas gay, travestis, transexuales. Un centro que sobrevivió desde entonces, a 300 kilómetros de La Habana, eso sí.
Finalizando esa década se crearía el CENESEX, heredero de los GNTES, promovido por las organizaciones feministas cubanas en los años 70. El CENESEX parece resultar clave para cambios en la mirada burocrática sobre los temas de género desde entonces. Los GNTES fueron promovidos por una organización liderada por Vilma Espín. El CENESEX es dirigido por Mariela Castro. Madre la primera, hija la segunda. El Castro le viene de Raúl. Todo queda en familia.
Pero también se aprueba un nuevo Código Penal (Ley 62), en el que se penaliza el escándalo público y los “requerimientos homosexuales”.
Los noventa: unas de fresa y otras de chocolate
Algo se mueve en la Cuba revolucionaria. Senel Paz, gana el premio de cuentos Juan Rulfo, promovido por Radio Francia Internacional, con el cuento “el Lobo, el bosque y el hombre nuevo” y éste se publica un año después en una revista oficial, lo que es significativo porque la narrativa de escritores homosexuales (y los mismos escritores) o de tema homoerótico venía siendo censurados en la cultura cubana.
Fidel Castro, en una entrevista que le hace el comandante nicaragüense Tomás Borge, afirma que: “Yo personalmente —tú me estás preguntando mi opinión personal—, no sufro de este tipo de fobia contra los homosexuales. Realmente, en mi mente, esto nunca ha estado y jamás he sido partidario, ni he promovido, ni he apoyado políticas contra los homosexuales”, en lo que sin duda es un giro de 180 grados contra toda la evidencia en sentido contrario.
Es también en los 90 cuando se estrena la película Fresa y chocolate (1993). en el marco del Festival de cine de La Habana, que abre en la sociedad cubana un debate sobre la homosexualidad luego que se mantiene en los cines por semanas en cartelera. También las discotecas oficiales abren espacios a la comunidad LGBTI, en tanto que las fiestas de “10 pesos”, que no contaban con permisos, fueron toleradas según diversos testimonios.
Y a los enfermos con VIH, finalmente se les permite salir de su reclusión obligatoria y recuperan el derecho a trabajar en 1995.
Pero antes que termine el milenio, una nueva redada en una fiesta de El Periquitón, que seguramente trascendió por estar allí el director español Pedro Almodóvar, la actriz Bibi Andersen y el modista Jean Paul Gaultier. Cientos de detenidos por una noche y los organizadores por varios meses.
Cambio de milenio: ¿Del anochecer al amanecer?
El milenio empezaba para la comunidad LGBTI como terminó, con persecución. El editorialista del semanario Tribuna de La Habana publica, en febrero de 2001, un artículo que ataca a gays y travestis que recorren el malecón y, en consecuencia, sirve de excusa para redadas.
Y en eso llegó Antes que anochezca (2001), la película de Julian Schnabel basada en las memorias de Reinaldo Arenas. Película en la que participan personajes afines a la revolución cubana contando la historia de Arenas, perseguido y sobreviviente, que revive cosas que desde los 90 el gobierno cubano viene buscando enterrar.
Quienes toman nota para la historia de los homosexuales en Cuba apuntan que la película ameritó una reunión en el Ministerio de Educación y Cultura con periodistas y asesores y el resultado, luego de eso, fue una nueva revista de cultura cubana, La Jiribilla, cuyo primer número, seguramente no por casualidad, estuvo dedicado a Reinaldo Arenas. Pero por supuesto, a deslegitimarlo: La política sexual de Reinaldo Arenas (realidad, ficción y el archivo real de la revolución cubana), y quien firma es un sindicalista estadounidense.
Sin duda, estas dos últimas décadas han estado marcadas por Mariela Castro Espín y el Cenesex. Una política que se promueve como de apertura, como de renovadora de la ya envejecida revolución cubana, una actualización del software revolucionario que ahora sí promueve el respeto por los derechos LGBTI, pero eso sí, dentro del carril y al ritmo que el partido disponga. Como afirma Frances Negrón Muntaner, la propuesta de Castro Espín parece ser: «dentro de mi revolución sexual, todo; contra mi revolución sexual, nada».
En Cuba se celebra el Día Mundial contra la Homofobia desde mayo de 2007. Promovido, eso sí, por el Cenesex. Pero lo que no se hace es la marcha del Orgullo LGBTI, se realiza el 28 de junio de cada año en recuerdo a los sucesos de la discoteca Stonewall, en Nueva York.
La propaganda mundial sobre el referéndum para una nueva constitución, puso en el centro el artículo 68 que se proponía permitiera el matrimonio igualitario. En las consultas populares que se hicieron, sin duda fue el artículo más polémico, originó 192.408 opiniones, 24,57 % del total, fue mencionado en 88.066 reuniones y, en la mayoría, se proponía sustituir la unión concertada entre dos personas y volver a un hombre y una mujer.
El conservadurismo cubano, revolucionario, se imponía avalado por una campaña de los grupos evangélicos que también demostraron una fuerte presencia en Cuba. La redacción explícita del artículo cambió y, aunque deja abierta la posibilidad, la definición de matrimonio quedará para un Código de Familia que también se tiene que aprobar y discutir. Pero mientras la propaganda sobre el referéndum se centraba en el matrimonio, la centralidad del socialismo y del partido comunista se reafirmaba en la constitución.
El otro cambio importante es que Cuba tiene Presidente y Primer Ministro, y que además las elecciones serán cada 5 años. Miguel Díaz Canel es el presidente y Manuel Marrero el primer ministro.
Díaz Canel el amigo de “todes”
En Cuba hay quien califica a Díaz Canel como “gay friendly”, por su historial de apoyo al centro cultural, El Menjunje”, en Villa Clara, su lugar de procedencia. Se arriesgó en los noventa frente a otros políticos cubanos defendiendo lo que entonces era considerado por otros un “antro de maricones y tortilleras”. Después se ha retratado junto con su familia en eventos a favor de los derechos de los homosexuales y transexuales.
¿Logrará Cuba ser uno de los selectos países con al menos unión de parejas del mismo sexo? ¿El apoyo a los derechos sexo diversos será sólo una táctica para la renovación y el sostenimiento de la dictadura? ¿Cuál será el impacto del movimiento evangélico en los derechos de los grupos LGTBI? Ojalá pase algo, pronto.
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